miércoles, 30 de marzo de 2011

El como terminé

Y caminé y caminé sin rumbo,
sin encontrar refugio, ningún abrazo, ningún te quiero,
ningún te odio, ningún consuelo,
sin un destino ni un deseo, libremente vagué, no en una vida, fue sólo camino.

Desearía narrar la historia en compases de luz,
un día soleado, o tal vez ,sólo tal vez un día opaco,
¡Pero no! En el trayecto, nada.
Nada era, nada se quedó, siquiera el silencio me habría acompañado, pero no.

Miedo por favor dime ¿Dónde te fuiste? Acaso ¿Te aterra mi presencia?
Melancolía, no me digas que te aburriste de mí,
Rio más cansado que desconsolado, fue un trazo largo,
no temían de mí, la atención al susurro.

No huyeron pero te lo asegurare lloraron,
si pudiera expresarte la forma en que lo hicieron,
martirio es un término pobre, castigo, ni suplicio,
sin el descanso que cede a la armonía del desengaño.

Usura, lo admitiría si el don de la maldad habría obsequiado presente alguno,
pero sádico bostezo, al saber que fue por placer,
los asesiné, no a uno primero, ni al otro después,
sujeté el velo de la decisión, gracia tomaron mis manos, ¡lo disfruté!

El suelo rechina, algo se avecina, la obscuridad se protegió de mí,
las cigarras no eran tenores y nunca lo fueron, seguían chillando desesperadas,
todo, todo eso definitivamente no era nada, ¡Por qué nada ahora era!
Al fin del suplicio de mis botines, una ventana, titubeaba.

Posé bajo el umbral, maté una cigarra, convirtiéndola en brocheta,
no habían mas sombras a las cual poder devorar, otras, además de vida perdieron dignidad,
tomé una rendija, objeto, abrir la ventana, tomé la otra para variar,
tragué saliva, será que todo acabo, en el fondo de esta encontré a un conocido… ¡Nada!

¡Sujeta mis brazos, te devuelvo lo que deseas, ahora comienza a vivir!



Elhan M. Hernández

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